Es la D del abecedario, es la I perfecta y simbólica.

Es la vida escrita en la voz, es la mirada de otro personaje, son solo gestos que yo misma cree, son sentimientos aún imborrables. Sin nombre, ni esencia, nadie la sostiene, es la D del abecedario, es la I perfecta y simbólica. Solo trazos que se unen caminando hacia el color; que es el gris, tal vez el blanco pero jamás el que estoy usando. Son solo palabras sin completar, la distancia que he de salvar, luces de neón convertidas en las fragancias que saben al adiós. Números que evocaban dos presentes y tres pudieron ser, cicatrizando lo olvidado con silencios de la piel; hiperterritos latidos que maúllan sin razón, la incomprensible irrealidad de restar materialmente 6.000 a humanamente, almas de 8 recuerdos, que nadan sobre el tictac de un tiempo ya pasado.

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